La primera cámara fotográfica instantánea
En el presente, si queremos conseguir una camara instantanea barata lo tenemos muy fácil, pues existen una gran cantidad de marcas y modelos con diferentes características técnicas que se adaptan a todas las necesidades que podamos tener. Pero por allá en los años 30 del siglo pasado, la futura existencia de este invento nació de la inocente pregunta de la hija menor del científico Edwin Land. La pequeña le preguntó a su padre por qué no podía ver la fotografía en el mismo momento en el que la habían realizado. Aquella pregunta despertó una idea que terminó determinando la existencia de la marca Polaroid y años después, en 1948, en la primera cámara fotográfica instantánea.
El invento fue mostrado por primera vez a la Sociedad Óptica Americana, la cual vio con sus propios ojos como la cámara presentada por el creador del filtro polarizador conseguía revelar la imagen fotografiada en tan solo 1 minuto. Este mismo modelo, el llamado 95 de Polaroid, fue también la primera cámara instantánea que salió al mercado. Sin tener que mandar la fotografía al revelado, este modelo una vez que disparaba la fotografía, activaba una pestaña que lanzaba el negativo y su lámina receptora a través de una serie de rodillos que conseguían romper el depósito de químicos que se alojaba dentro de esa lámina fotográfica. Al romperse, se conseguía dispersar estos químicos de manera uniforme en el negativo produciendo una reacción química que terminaba procesando la imagen. Edwin Land quería conseguir fotografías de un mayor tamaño, pero no fue hasta 25 años después cuando conseguiría procesar el químico que necesitaba para poder conseguir revelar estas fotos a plena luz del día. Éste fue el nacimiento del SX70, el modelo precursor de Polaroid con el que gracias a él, hoy por hoy, disponemos de una amplia gama de modelos de cámaras instantáneas que han evolucionado a lo largo de los años.
La SX70 estaba hecha de paneles de cromo con paneles de cuero y fue la primera cámara réflex con lente plegable. El funcionamiento respecto a su anterior modelo era muy parecido, aunque cambiaba los químicos que se hallaban en esas láminas y que cuando éstas eran expulsadas de la cámara, se producía el revelado a través de un efecto opacificador que contenía una mezcla de tintes de alto contenido en esa bolsa de químicos. Esto servía para proteger los negativos como si fuese la puerta que no deja pasar la luz de un cuarto oscuro de revelado. El agente opacificador absorbía toda la luz del ambiente, y tras 60 segundos el tinte se volvía incoloro, revelando la imagen gradualmente
La nostalgia de volver a lo instantáneo
Años más tarde llegaría la revolución digital, que a diferencia de la fotografía analógica instantánea, las imágenes eran captadas por un sensor de imagen con una buena cantidad de unidades fotosensibles, las cuales aprovechan el efecto fotoeléctrico para transformar esa luz en una señal eléctrica que se digitaliza y se queda guardada en la memoria del dispositivo. Pero, si esto es aparentemente más cómodo, ¿por qué hemos vuelto a la nostalgia de querer tener y utilizar cámaras instantáneas?
Pues aparte de que técnicamente con lo digital tenemos menos resolución y más ruido en nuestras fotografías, las razones parecen estar ligadas al momento de amor por lo instantáneo que estamos viviendo. Utilizar una cámara instantánea se transforma en una experiencia, un recuerdo para regalar al momento y compartirlo al instante con quien más queramos. Alejado de lo frío que puede ser lo digital, parece ser que la fotografía instantánea ha devuelto la ilusión por tener esas capturas que puedes palpar y tocar, esos recuerdos con los que no podemos evitar sonreír cuando los encontramos por nuestra habitación.