Las piedras preciosas son las que dan vida y luz a las más hermosas joyas. Esas que son atemporales y que nos acompañan muchas veces por generaciones. Las que llevan significados de gran valor, como los anillos de compromiso. Por eso es tan valioso que estas gemas sean tratadas por joyeros profesionales, que aprecien y conozcan acerca de ellas.
Los orfebres las reconocen muy bien y también saben cómo hacerles desplegar su belleza, transformándolas en las joyas más hermosas. Manejándose con el oro y la plata, logran que sus creaciones tengan encantos que hipnotizan y fascinan a quienes las admiran.
Convirtiendo las piedras preciosas en joyas
Las gemas preciosas se llaman así porque sus características las hacen destacar entre las demás, especialmente, su peculiar belleza. Pero este no es el único detalle que las hace tan especiales. Otros rasgos, como la dureza, lo escasas que son y su rareza las han convertido en algo realmente apreciado por los conocedores.
Para catalogarlas como gemas preciosas es fundamental considerar su nivel de pureza, lo que las hace aún más escasas. Otro detalle es que no existen dos iguales, por lo que cada una es única.
En el mundo de la joyería, estos detalles son de alto valor, pues para los orfebres, la calidad de las gemas hará la diferencia para las joyas que han de crear con ellas.
Cuando disfrutas de la belleza de una joya, es porque detrás de su diseño y creación hay una mano experta que ha puesto además, mucho cariño y dedicación para lograr este nivel de perfección.
Diamantes, y otras gemas preciosas
El diamante, esa gema preciosa que todos conocemos, destaca por su brillo y transparencia. Es la piedra más valiosa dentro de esta familia, especialmente cuando se encuentra cercana a su máximo nivel de pureza. Como joya es una de las predilectas y logra iluminar con su sola presencia.
La esmeralda, la belleza verde profunda y traslúcida que permite el paso de ligeros rayos de luz. Es muy valorada en el mundo de la joyería y con ella se pueden lograr maravillas. Cercana a ella está el zafiro, con su color azul, hermoso y sereno. Aunque es posible encontrarla en otros tonos, este es sin duda el más apreciado.
Finalmente, la cuarta de las gemas preciosas principales es el rubí. Una de las más valiosas, al igual que el diamante. Su color rojo es su característica más resaltante por su intensidad y brillo. Es sumamente escasa y especialmente rara.
Creando joyas para toda la vida
Un verdadero orfebre ama su trabajo, especialmente porque entiende que la creación de joyas es similar a construir algo eterno. En https://www.jorgejuanjoyeros.es/ las colecciones llevan además toques de emociones y se adhieren a las historias de cada persona, volviéndose algo que saben que pasará de generación en generación.
La colección Amore, por ejemplo, te ofrece una espectacular selección de anillos de compromiso para que el gran momento esté iluminado por la belleza de un diamante puro. Un modelo especialmente encantador es el anillo de pedida con tres diamantes “Cibeles”, elaborado en oro blanco y con una calidad única que le hará relucir por siempre, como el primer día.
Si deseas salirte un poco del molde, pero manteniendo un estilo clásico, puedes elegir una joya como la sortija clásica “Red Cairo”, con un hermoso rubí acompañado de pequeños diamantes. Y si a ella le gusta el azul, la sortija “Blue Orleans” es un verdadero sueño.
Una joya es algo para siempre
Regalar una joya es regalar un instante eterno. Los anillos suelen ser las primeras opciones que tomamos en cuenta, por ser los que llevan un gran número de significados especiales. Pero existen muchas prendas que pueden hacer de un obsequio algo más que único.
Los colgantes, por ejemplo, pueden llevarse en cualquier ocasión y ofrecen diseños delicados, elegantes y muy hermosos. Así lo demuestra la colección “Midori” que con un estilo muy sencillo, dice mucho. Elaborado en oro rosa con un colgante de diamante, zafiro, rubí o esmeralda, son simplemente perfectos.
Y siempre puedes elegir pulseras y pendientes a juego, para completar todo un ajuar que luzca por generaciones, tan brillante y atemporal, como el primer día.