En el día a día, tener calidad de vida es esencial para poder desenvolverse en todo lo que hace falta, tanto a nivel personal como profesional o académico. Los podólogos, gracias a ser los especialistas en atender la salud de los pies -desde un punto de vista transversal y profundo- son aliados estratégicos en esa búsqueda de calidad de vida.
Y es así, sobre todo, porque son los encargados de trabajar sobre enfermedades o condiciones físicas complejas, que pudieran afectar a las personas en su día a día, imposibilitando caminar con normalidad, por sufrir dolores severos y siempre sentir molestias.
¿Cuándo se debería acudir a un podólogo?
La especialidad de un podólogo, o de una clínica especializada en ello, como Podiafys, es atender todo lo que tenga que ver con la salud de los pies, pudiendo ir desde problemas como:
- Deformidades en los pies -sobre todo en edades tempranas, cuando corregir será más fácil-.
- Pies planos.
- Lesiones en pies, tobillos o rodillas.
- Dolor en las articulaciones de pies, rodillas, tobillos, al caminar.
- Prevenir y curar enfermedades infecciosas en los pies.
- Problemas de circulación.
- Problemas causados por la diabetes -siendo muy común el caso del denominado pie diabético-.
También, claro está, será en un podólogo especializado donde las personas encuentren solución a la necesidad de plantillas ortopédicas, específicamente desarrolladas para corregir una enfermedad o una condición física concreta, en lugar de acudir a cualquier sitio y comprar plantillas genéricas, lo que ha demostrado ser contraproducente.
Otras razones, como las lesiones en atletas aficionados o profesionales -que requieran de un fisioterapeuta y podólogo al mismo tiempo- y hasta situaciones más críticas, donde sea necesario intervenir quirúrgicamente, son situaciones donde la evaluación por parte de un podólogo marcará la diferencia, sobre todo, en los resultados posteriores.
¿Qué tener en cuenta al elegir una clínica de podología?
Por lo general, los tratamientos de podólogos requieren hacer un seguimiento y control estrictos para lograr los resultados más eficaces posibles. Por ende, antes de comenzar a analizar criterios de elección sobre cada uno de los servicios o profesionales, es importante entender que la mayoría de los resultados tendrán, en parte, gran dependencia de cómo los pacientes o sus familiares sean capaces de desarrollar los tratamientos al pie de la letra.
Sabido lo anterior, al elegir un podólogo es necesario basarse en los siguientes criterios:
- Experiencia y formación continua: lo que asegura contar con profesionales que puedan atender a problemas complejos, tengan capacidad de atención para terapias especializadas, intervenciones quirúrgicas que pudieran ser necesarias, y en definitiva, poder a través de sus servicios y experiencia desarrollar tratamientos más eficaces.
- Claridad y comodidad: un podólogo, por lo anteriormente citado, es un profesional con el que serán necesarias varias consultas, mucha interacción y compromiso. Por tales razones, es obligatorio sentirse a gusto, entender todo lo que el profesional está haciendo -y que sea capaz de orientar y explicar con amabilidad cada paso a seguir- porque esa será la mejor manera de confiar en sus servicios y tener la claridad de que cada decisión que se está tomando se hace para mejorar. Aunque debería ser un común denominador de los profesionales de la salud, esto no siempre ocurre y lo mejor es siempre decantarse por aquellos profesionales que ofrecen un trato personalizado, cercano y ameno.
- Casos de éxito: hoy, gracias a internet, las clínicas especializadas en podología no solo tienen sitio web para consultar información o conocer sus servicios, sino que también es posible utilizar el mismo medio para conocer casos de éxito, tratamientos que ocupan y hasta lo que piensan otros clientes al respecto. Evaluar la cantidad de casos de éxito -sobre todo en un problema similar al que aqueja al paciente- es una manera interesante de reconocer con facilidad que se está ante un servicio de calidad.
La calidad de vida es algo que no debe negociarse. El simple hecho de caminar sin dolor, con normalidad, con eficiencia, puede marcar una diferencia abismal en las sensaciones, en la confianza en sí mismo y hasta en la prevención de otras enfermedades.