Si vamos pasamos por el super y echamos un vistazo a la etiqueta de cualquier producto de bollería o repostería industrial seguro que encontramos ingredientes que no se nos pasaría por la cabeza utilizar si ese dulce lo hiciéramos nosotros mismos en casa. Los aditivos y conservantes de nombres extraños, ciertos aceites vegetales poco recomendables o ingentes cantidades de azúcar son el pan nuestro de cada día.
Quizás esto sea lo que cada vez está llevando a más gente a tomar la decisión de pasar por una tienda de repostería, comprar los útiles e ingredientes necesarios y ponerse manos a la obra a fabricar sus propios dulces caseros de repostería “saludable”, aunque quizás tampoco sea todo lo saludable que muchos piensan.
Lo industrial frente a lo casero
Si miramos a sus ingredientes, más del 90% de los dulces, da igual caseros o industriales, tienen en común tres de ellos. Estos no son otros más que harina, aceite y azúcar. La principal diferencia entre los de fabricación industrial y los que podemos hacer nosotros mismos es que en los primeros estos ingredientes suelen pasar procesos de refinado y no ser de la calidad que probablemente nosotros usamos en casa.
Harinas
Las harinas refinadas están compuestas principalmente de almidón, es decir, de azúcares. Estos se metabolizan rápidamente y aumentan el nivel de glucosa del cuerpo, por lo que su consumo en grandes cantidades favorece la aparición de distintos tipos de diabetes y el aumento de peso. Por este motivo, si nos decidimos a convertirnos a reposteros caseros, la mejor opción en harina para dulces es una harina integral, que aporta más nutrientes y que evita en gran medida la aparición de las enfermedades mencionadas.
Pero ojo, sea como sea, el consumo responsable y moderado es totalmente necesario. De nada sirve usar harinas por muy integrales que sean si nos atiborramos cada día de dulces de este tipo.
Aceites vegetales y otras grasas
Más del 95% de los hogares españoles emplean aceites de oliva o girasol en su cocina. Son los principales aceites empleados para cocinar ya que otros, como el aceite de palma o de colza, no gozan de muy buena reputación.
Cierto es que estos aceites, que si son empleados con más asiduidad en la industria alimentaria, no son los más saludables, pero también se sabe que tampoco son extremadamente más perjudiciales que el de girasol, por ejemplo.
En cualquier caso, si hay algo de consenso en este aspecto es que para la repostería, la mejor opción siempre es utilizar un aceite de oliva virgen extra, pues tiene propiedades mucho más saludables para el organismo. El problema es que es más caro y, por lo tanto, en los procesos industriales esto genera un mayor coste de fabricación y, por tanto, un mayor precio de venta, algo que las empresas tratan de evitar.
Los azúcares
Hace ya años que el azúcar, sobre todo el refinado, se ha convertido en el enemigo número uno cuando se habla de alimentación saludable. Y esto es debido a décadas de consumo desproporcionado en los que se ha creado una cierta dependencia de él sin pensar en sus efectos secundarios: enfermedades cardiovasculares, problemas para la dentadura y obesidad, entre otros muchos.
Como alternativa para la repostería casera suelen emplearse otras versiones como el azúcar moreno o la panela, pero estos pueden llegar a ser igualmente perjudiciales. La verdadera forma de reducir sus efectos es reducir al máximo su empleo, sea cual sea la versión de azúcar empleado. Al principio puede ser raro, pero poco a poco nos iremos acostumbrando al nuevo sabor.
El producto final
El resultado esperado de lo que elaboramos en casa es un producto de repostería que tendrá una composición que hayamos decidido nosotros mismos y que nos dé la completa seguridad de que no estamos consumiendo “porquerías”. Pero, al final, una palmera de chocolate sigue siendo eso, aunque los ingredientes sean mejores.
Un consumo no habitual y no pensar en que se trata de dulces más saludables es la única forma de que estos productos no terminen siendo perjudiciales para nosotros.