La conversación4 de agosto de 2021 11:03:44 IST
El programa de implementación de la vacuna COVID-19 de Sudáfrica, delineado por el Ministerio de Salud, tuvo tres fases, comenzando con la población más vulnerable.
La fase uno incluyó a todos los profesionales de la salud de primera línea. Recibieron la vacuna Johnson and Johnson. La fase 2 vacunó a personas mayores de 60 años y a aquellas en entornos congregados. La tercera y última fase, ya en marcha, cubre al resto de la población sudafricana.
El programa tuvo un comienzo inestable en febrero de 2021. Se enfrentó a una serie de contratiempos, como problemas de suministro, logística y gobernanza, pero ha ganado impulso en las últimas semanas. Se administran hasta 200.000 dosis diarias. A fines de julio de 2021, casi el 2.9 por ciento de la población sudafricana había sido completamente vacunada y el 7.5 por ciento había recibido la primera de dos dosis de Pfizer.
A pesar de esta aceptación, muchos sudafricanos todavía dudan en recibir la vacuna. La circulación de desinformación sobre el tema plantea el peligro de obstaculizar los esfuerzos para controlar la pandemia.
En este artículo, nuestro objetivo es disipar algunos de los mitos que rodean a las vacunas COVID-19.
Mito 1: la vacuna COVID-19 afectará la fertilidad de una mujer
Este mito surgió cuando en diciembre de 2020 el Dr. Wolfgang Wodarg, médico y ex científico jefe de terapia respiratoria y de alergia en Pfizer, y el Dr. Michael Yeadon, neumólogo, compartieron una publicación en las redes sociales. Afirmaron que el pico de proteína en el coronavirus era el mismo que el pico de proteína responsable del crecimiento y unión de la placenta durante el embarazo. El temor era que, con la vacuna, el sistema inmunológico no pudiera diferenciar los dos picos de proteínas y atacaría la proteína placentaria.
Eso no es verdad. La composición general de la proteína placentaria es muy diferente de la proteína de pico de coronavirus.
Además, durante los ensayos de la vacuna Pfizer, 23 voluntarias quedaron embarazadas después de recibir la vacuna.
Además, los beneficios de la vacunación superan los riesgos de infección para las mujeres embarazadas.
Mito 2: ya tomé COVID-19, por lo que no necesito una vacuna
La reinfección con SARS-CoV-2, el virus que causa COVID-19, puede ocurrir incluso en personas que ya han contraído el virus. Pero recibir la vacuna puede brindar protección contra las complicaciones graves del COVID-19.
Se desconoce el nivel de protección obtenido con la inmunidad natural después de la infección por virus. Pero los científicos creen que la vacuna ofrece una mejor protección que una infección natural.
Mito 3: los efectos secundarios de la vacuna COVID-19 son peligrosos
Se han realizado varios estudios desde el comienzo de la pandemia que han medido las percepciones de los sudafricanos sobre los problemas de las vacunas. Un estudio reciente de la Universidad de Johannesburgo y el Consejo de Investigación en Humanidades de Sudáfrica encontró que el 25% de los encuestados que no querían vacunarse estaban preocupados por los efectos secundarios.
La mayoría de los efectos secundarios de la vacuna COVID-19 son leves. Incluyen fiebre leve, dolor en el brazo y fatiga, y generalmente desaparecen después de uno a tres días.
Se han informado efectos secundarios raros, como coágulos de sangre, con la vacuna Johnson and Johnson. Las posibilidades de que ocurra este efecto secundario son bajas. Los riesgos de coágulos de sangre como resultado de la infección por COVID-19 son de 8 a 10 veces mayores que los riesgos asociados con la vacuna. Los médicos son conscientes de esta preocupación y están capacitados para identificar y tratar la enfermedad rápidamente.
Un artículo reciente de Healthline, un sitio de revisión médica y verificación de datos, comparó los beneficios y riesgos de vacunarse con los de contraer COVID-19. La lesión pulmonar es una complicación de COVID-19, mientras que la fatiga muscular puede ser un efecto secundario de la vacuna. Esta decisión de riesgo-beneficio se deja en manos de la persona, pero se ha demostrado que las vacunas son seguras.
Mito 4: las vacunas tienen un microchip que rastrea y controla a un individuo
Esta teoría de la conspiración fue propagada por antivaxxers que creen que el magnate empresarial, inversionista y filántropo estadounidense Bill Gates implantará microchips para rastrear el movimiento de las personas, utilizando la vacuna como método de aplicación. Esto no es cierto y fue aclarado por Gates en los medios.
Este mito ganó fuerza cuando se compartió un video en Facebook que hacía afirmaciones falsas sobre el microchip opcional en la etiqueta de la jeringa de la vacuna COVID-19. El propósito de este microchip es confirmar que el inyectable y la vacuna no son falsificados y no han caducado. También confirmará que se utilizó la inyección.
Las personas que comentaron el video parecen haber malinterpretado la tecnología como inyectable. Pero el microchip es parte de la etiqueta de la jeringa y no la sustancia inyectable en sí.
Mito 5: el desarrollo de la vacuna COVID-19 se ha apresurado, por lo que puede que no sea eficaz
La vacuna se desarrolló muy rápidamente. Esto fue posible porque la tecnología de las vacunas se había estado desarrollando durante muchos años. Una vez que se identificó la información genética del SARS-CoV-2, el proceso podría comenzar rápidamente. Había suficientes recursos para financiar la investigación y las redes sociales facilitaron el reclutamiento de participantes para los ensayos clínicos. Dado que el SARS-CoV-2 es contagioso, fue fácil saber si la vacuna funcionó o no.
Mito 6: la vacuna COVID-19 puede alterar mi ADN
La vacuna de ARN mensajero (Pfizer) y la vacuna de vector viral (Johnson y Johnson) hacen que su cuerpo desarrolle protección, de modo que cuando se infecta con SARS-CoV-2, su cuerpo está preparado para combatir el virus. El ADN está ubicado en el núcleo de las células y el material de la vacuna no ingresa al núcleo. Entonces no cambia el ADN.
Las redes sociales juegan un papel importante en la difusión de mitos y teorías de conspiración. Antes de compartir cualquier información, asegúrese de que provenga de una fuente científica y confiable.
Neelaveni Padayachee, profesora titular del Departamento de Farmacia y Farmacología de la Universidad de Witwatersrand y Varsha Bangalee, profesora titular de Ciencias Farmacéuticas de la Universidad de KwaZulu-Natal
Este artículo se volvió a publicar de The Conversation con una licencia de Creative Commons. Lea el artículo original.