Luxemburgo se ha convertido en el primer país de la Unión Europea (UE) en legalizar el cultivo y el consumo de cannabis. Según la nueva legislación del pequeño país centroeuropeo, que tiene una población de poco más de 600.000 habitantes, los luxemburgueses mayores de 18 años podrán cultivar hasta cuatro plantas en sus hogares o jardines. También se permitirá el comercio de semillas de cannabis, como por ejemplo la Critical Somango. Con este cambio de política, Luxemburgo se pone a la vanguardia del creciente movimiento en todo el Viejo Continente para relajar la legislación sobre el cannabis.
En 2013, Uruguay fue el primer país del mundo en legalizar el cannabis después de crear un mercado nacional legal. Canadá hizo lo propio en 2018, convirtiéndose en el segundo país en legalizar el cannabis. También hay 17 estados de Estados Unidos donde el cannabis se ha legalizado y otra docena donde está despenalizado. Cada vez más países están legalizando el cannabis para uso medicinal, recreativo o ambos. Al mismo tiempo, el apoyo de la población a la legalización nunca ha sido tan alto, y sigue aumentado cada año. En España, el 90% de la población apoya que se legalice el cannabis con fines terapéutico, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
A pesar de la legalización del cannabis en muchos países y el apoyo de la población, muchos consumidores de cannabis todavía se enfrentan al estigma de la sociedad. Estos estereotipos y estigmas que rodean a las personas que consumen cannabis, incluso a los consumidores de cannabis medicinal, pueden conducir a la discriminación y la exclusión. En 2013, un estudio de la Universidad de Columbia Británica descubrió que los consumidores de cannabis medicinal eran etiquetados con frecuencia como irresponsables y poco confiables por una variedad de personas.
El estudio Cannabis users and stigma: A comparison of users from European countries with different cannabis policies señala que existe un vínculo entre el grado de criminalización del cannabis y el estigma que enfrentan los consumidores de cannabis. Según este estudio, la política punitiva de cannabis está asociada con el estigma, mientras que la política liberal de cannabis está asociada con la desestigmatización. De esta forma, las políticas prohibicionistas y la criminalización del cannabis colocan a los consumidores en una situación de exclusión, donde experimentan miedo a la vergüenza y a la pérdida de estatus e internalizan la culpa y el malestar debido a la desaprobación social percibida.
El origen del estigma del cannabis
El cannabis ha acompañado a la humanidad casi desde siempre. De hecho, en Siberia se han hallado semillas de cannabis carbonizadas en el interior de túmulos funerarios que datan de 3.000 a.C. En cualquier caso, el uso del cannabis se remonta a la India o China, donde jugó un papel importante en la medicina de sus culturas antiguas. Entonces, ¿de dónde proviene el estigma del cannabis? El estigma del cannabis surgió cuando las leyes comenzaron a cambiar en torno al cannabis. A principios del siglo pasado, el cannabis era ampliamente utilizado para una variedad de enfermedades diferentes. Pero en la década de 1930, numerosas leyes comenzaron a extenderse por todo el mundo, dando paso a una nueva era para el cannabis.
Todo cambió en la Convención Única de 1961 sobre estupefacientes, firmada el 30 de marzo de 1961 en Nueva York, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas incluyó el cannabis en la “lista IV” junto a las drogas más dañinas, equiparándolo a la heroína por sus efectos especialmente nocivos y escasos o nulos efectos terapéuticos. Después de 60 años de rechazo, el 2 de diciembre de 2020, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) eliminó el cannabis de la Lista IV, reconociendo oficialmente las propiedades terapéuticas del cannabis tras diferentes revisiones científicas por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Beneficios medicinales y terapéuticos
Comprender los beneficios medicinales y terapéuticos del cannabis puede ayudar a romper con el estigma que rodea al cannabis en la actualidad. El cannabis en sí tiene más de 100 componentes activos, conocidos como cannabinoides. El tetrahidrocannabinol (THC) es el principal compuesto psicoactivo del cannabis que la produce la “euforia” que acompaña al consumo de marihuana. A diferencia del THC, el cannabidiol (CBD), el segundo cannabinoide en abundancia, no tiene efectos psicoactivos, y destaca por sus beneficios medicinales y terapéuticos. En España, el CBD se vende en cualquier grow shop online, principalmente en forma de geles, aceites, suplementos o extractos.
El CBD interactúa con el sistema endocannabinoide del cuerpo humano y tiene efectos diferentes. El cannabis tiene propiedades antiinflamatorias, es bastante eficaz con el dolor crónico que afecta a millones de personas en todo el mundo (el 22% de los españoles sufre dolor crónico) y la esclerosis múltiple, y produce menos efectos secundarios que muchos medicamentos. Otro de los beneficios del cannabis es que reduce los efectos secundarios de la quimioterapia, como las náuseas y los vómitos. También tiene propiedades neuroprotectoras, anticonvulsivantes, antipsicóticas y ansiolíticas.
A pesar de todos estos beneficios, no hay que esconder los riesgos del cannabis, ya que puede aumentar la probabilidad de psicosis en las personas predispuestas a la esquizofrenia y el adelgazamiento de los lóbulos frontales en el caso de los consumidores crónicos. En cualquier caso, estos riesgos son mucho menores que los beneficios medicinales y terapéuticos del cannabis.