Para muchas personas, la automedicación no supone un gran problema. Instintivamente, acuden a su botiquín personal, en primer lugar cuando se manifiestan problemas como un dolor de cabeza, un malestar estomacal, un resfriado o algo parecido. Los síntomas de estos problemas solo suelen ser motivo de consulta médica si son muy graves o si interfieren en la capacidad de trabajo. Aunque sea un tema común para algunas personas, es necesario recalcar que automedicarse, por ejemplo, con corticoides, antihistamínicos, antidiabéticos u otro tipo de medicamento puede ser perjudicial. La automedicación tiene sus riegos y de ello te hablaré en el siguiente apartado.
La automedicación está de moda
Sin una receta o una sugerencia del médico, a menudo es la norma echar mano del botiquín de casa y comprar medicamentos. Por ejemplo, son muchas las encuestas en varios países en donde más del 20% de las personas recurren a medicamentos sin receta al menos una vez al experimentar los síntomas equivalentes.
Además, se prevé que más del 20% de los europeos gastan cerca de 50 euros al año en automedicación. Sobre todo porque los medicamentos de automedicación pueden obtenerse de diversas maneras, incluso en línea y a través de farmacias que los venden sin receta.
Las ventajas de la automedicación se ven superadas por sus peligros
En las farmacias de hoy en día, se cree que los medicamentos sin receta constituyen más de un tercio del inventario. El negocio farmacéutico ofrece una variedad de medicamentos para la tos, el resfriado, la ronquera y otros problemas como resultado de su larga adaptación a la tendencia a la autosuficiencia. El mercado de los analgésicos sin receta médica también está en expansión en estos momentos.
Las compañías de seguros médicos consideran que la automedicación tiene ventajas, porque uno alivia su presupuesto si compra su propia medicación en lugar de acudir al médico para cada pequeño problema. El coste de muchos medicamentos sin receta ya no está cubierto por los programas de seguros médicos, lo que fomenta aún más la tendencia a la independencia farmacéutica. Sin embargo, este desarrollo tiene el siguiente inconveniente:
Especialmente arriesgada es la creencia de que los medicamentos de venta libre son seguros. Pero en ningún caso es así. En realidad, además de los efectos previstos, todos los medicamentos tienen efectos secundarios negativos. Y demasiados consumidores de medicamentos sin receta no leen el prospecto para informarse de los posibles efectos adversos e interacciones.
En su lugar, confían en su médico o farmacéutico; sin embargo, si estas personas no les ofrecen orientación, simplemente carecen de los conocimientos fundamentales para responder eficazmente a los peligros de los medicamentos.
Riesgos asociados a los medicamentos obsoletos
El diagnóstico es otro de los principales problemas de la automedicación. Para que un medicamento tenga el mayor impacto posible, hay que estar seguro de que los síntomas son realmente causados por la dolencia para la que fue creado. Sin embargo, no es habitual que las personas sean capaces de hacer el diagnóstico adecuado, e incluso un médico suele necesitar pruebas adicionales como resultados de pruebas o radiografías.
Los dolores de cabeza y de estómago pueden tener orígenes muy distintos. Algunos de ellos son bastante inocuos, pero hay que consultar a un médico sobre otros. En cualquier caso, la terapia adecuada con los medicamentos correctos requiere comprender la etiología de los síntomas.
La automedicación conlleva una serie de riesgos, como la utilización de medicamentos obsoletos y posiblemente prescritos, además de los componentes activos incorrectos. Es crucial comprobar de forma rutinaria las fechas de caducidad de los preparados disponibles, incluso en una farmacia privada a domicilio, y eliminar los medicamentos caducados lo antes posible.
Peligros importantes asociados a los restos de medicamentos recetados
Los medicamentos recetados que pueden haber sido recetados previamente por un médico, pero que aún contienen restos de los mismos, deben manipularse con especial precaución. Sin embargo, lo recomendable es desecharse y nunca incluirse en la automedicación. Esto es especialmente cierto en el caso de los antibióticos, que las farmacias solo pueden administrar con receta médica.
En esta situación, no solo existe el riesgo de que el tratamiento no tenga éxito y de que se produzcan efectos secundarios, sino que, en el peor de los casos, también existe la posibilidad de que se desarrollen resistencias, que pueden convertir enfermedades infecciosas que a menudo son manejables en amenazas que ponen en peligro la vida. Cualquiera que intente tratarse con ella imprudentemente pone en peligro tanto a sí mismo como a cualquier persona cercana.