Muchos entes se han ido preocupando por el cambio climático y la fuerte contaminación urbana que ha llegado a puntos alarmantes, por eso a gobiernos y habitantes comunes han dado una mirada a la rápida transición hacia los automóviles eléctricos.
Los costos de las baterías han bajado, y los vehículos eléctricos son cada vez más comprados que los automóviles estándar a gasolina. Antes del Covid-19, tanto las ventas internacionales como los nuevos registros de automóviles eléctricos habían empezado a incrementar exponencialmente, en una predisposición liderada por China, Europa y Unidos.
A pesar de esta transición consigue verse entorpecida por la inminente recesión, la cantidad mundial de automóviles eléctricos aún consigue incrementar un 36% cada año hasta conseguir hasta treinta veces los niveles de este 2023 para 2030. Esta transformación radical no solo evolucionaría el transporte en toda América Latina, sino que igualmente minimizara las emisiones de dióxido de carbono y la fuerte contaminación atmosférica con el fin de ofrecer un medio ambiente más puro y limpio.
Dependerá básicamente de las medidas oficiales
Esta transformación, tal como se indicó en la publicación por parte del Desarrollo en las Américas (DIA) en el 2020, todo este objetivo dependerá básicamente de las medidas oficiales, en particular, de cómo las reglas afecten el costo de la electricidad. Uno de los puntos más importantes, que ha sido muy ignorado, es la necesidad de incorporar incentivos que avalen que la demanda de energía eléctrica se intercambie de forma más uniforme, en vez de que incremente por la noche cuando las personas vuelven a sus hogares, usan aparatos eléctricos y tal vez quieren cargar sus automóviles.
La repartición horaria de la demanda es trascendental, sobre todo en naciones como Argentina, México y Chile, donde cerca del 70% y el 80% de la energía eléctrica de la red procede de fuentes fósiles, como el gas natural, el carbón y el diésel. Si la recarga de los automóviles eléctricos se lleva a cabo durante la noche, en la hora de más demanda de electricidad, esto puede dar espacios a altos picos en las emisiones de carbono y de otros tipos de contaminantes, así como a un aumento de los precios. Lo cual, a su vez, minimizara los incentivos para la protección de un transporte limpio.
Inspeccionando la recarga de automóviles eléctricos en Texas
En este ejemplo tenemos a Texas, cuya producción de energía eléctrica se fundamentó indistintamente a los combustibles fósiles (sin embargo, la energía eólica ha incrementado rápidamente, y para el año 2017 mostró un 17% de la generación total), suministra una investigación de los casos que aportan las lecciones más importantes para América Latina.